Érase una vez una princesa risueña y muuuuuuy muuuuuy bella llamada Paloma. Lucía largos cabellos oscuros y en sus ojos, castaños, resplandecía la chispa de la emoción.
Un buen día Paloma conoció a un atractivo príncipe. Se llamaba Ramón. Tenía pinta de duro, aspecto al que se sumaba su inclinación por el periodismo deportivo, en el que pululan los malotes y crapulillas (con perdón) de todas las redacciones, pero la princesa sabía que aquello no era más que una coraza.read more